Los inventos de un joven veinticinqueño, llamado Constantino Ambrosioni, patentó un invento muy interesante. Se trataba de un aparato que permitía proyectar objetos opacos, móviles y de cualquier tamaño sobre una pantalla. Su utilidad en las escuelas era de gran importancia pues podía evidenciar, aumentados, detalles insignificantes de todo lo que el profesor quisiera. Ambrosioni hizo una demostración con un bicho vivo al que con una pinza abría sus alas mostrando rasgos increíbles de la anatomía del insecto.
Otro invento que ilusionó a los vecinos fue realizado por monsieur Lascombes, un recordado relojero artesano, de origen francés. La novedad fue comunicada a la opinión pública por el periódico parroquial 25 de mayo pocos meses después. Se trataba de un despertador eléctrico múltiple. Un solo reloj podía servir de despertador a millares de personas y a la hora que cada una de ellas, separadamente, deseara. Colocado el reloj de la iglesia, a través de una conexión. Este aparato lograría que cada cliente dispusiera de un despertador en su casa. A la hora deseada una campanilla sonaría durante veinte minutos y al mismo tiempo se encendería una lámpara eléctrica. Nadie podría escapar a los efectos de este invento por más sueño que tuviese.
Fuente: Libro Título: Enhebrando Recuerdos Autor: Enrique Marcelino Otharan Pág.: 225